Al triste, no le preguntes la historia de su desgracia...
sino dile que en ti tiene un amigo.
Al que llora, no le escudriñes el origen de su llanto...
sino dile que tú tienes un hombro, un pañuelo, una sonrisa.
Al que anda tambaleante por la vida no trates de analizar
por qué no ha llegado nunca a ninguna parte...
mejor dile que tú tienes una luz, un consejo,
y un bastón por si llegara a necesitarlos.
A esos que hacen un caos de su vida
no les preguntes qué causa su confusión...
mejor enséñales el rastro sosegado de la vida,
y el fluir constante de tu serenidad.
Al que anda dolido y agotado con su cruz,
no le preguntes por qué le pesa tanto...
mejor préstale tus brazos para ayudarlo a descargar el peso de su dolor.
Al que se resiste a seguir, y se siente vencido,
no le agobies con las normas, las deducciones y los raciocinios...
mejor dale la mano, y dile:"¡Voy contigo!"
No le preguntes a cada uno su necesidad...
mejor demuéstrales que siempre hay un sueño y una esperanza
más asombrosa que su mala suerte.