19 abril 2014

EL CAMINO DE LA CRUZ

Jesús lleva la cruz por todos nosotros,
el peso del madero es el peso de nuestros pecados, de nuestras faltas.
Entre ellas podemos contar la injusticia, el ansia de poder, el odio al diferente,
la falta de solidaridad, el desinterés por el hermano.

Que no veamos a Jesús cargando él solo con el madero,
queremos llevar cada uno de nosotros el trozo de cruz que nos pertenece
para así ver que nuestras cruces, y las de los demás,
son menos pesadas si uno no las lleva solo.

Ya avisó Jesús:

“El que no lleve su cruz y se venga en pos de Mí,
no puede ser discípulo mío”

De eso se trata:
de seguir a Jesús en el camino de la cruz.
Pero no un seguimiento de lejos, curioso, superficial.
Queremos seguir a Jesús identificándonos con él,
comulgando en sus sentimientos y actitudes,
bautizándonos en el baño de su dolor y amor.
Una cruz sin amor no es cristiana, un amor sin cruz no es auténtico.
La cruz es el camino de la luz,
es el camino de la opresión y es el camino de la liberación,
es el camino de la muerte y es el camino de la Pascua,
es el camino del dolor y es el camino de la esperanza.
La cruz es una carrera final para dar el salto al más allá.
El camino de la cruz es el que recorrió Cristo,
el que recorren sus verdaderos discípulos,
el que recorre toda la humanidad doliente y esperanzada.
Seguimos a Jesús en su vía crucis
y sólo así descubrimos que Dios nos sigue de cerca
y advertimos que sólo acompañamos a Dios cuando acompañamos al hermano.

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