27 marzo 2014

CLAVES PARA VIVIR LA CUARESMA

  • La Cuaresma es DESIERTO. Es sequedad, soledad, ayuno, austeridad, rigor, esfuerzo, penitencia, peligro, tentación.
  • La Cuaresma es PERDÓN. Las historias bíblicas de Jonás en Nínive y la parábola del hijo pródigo, son ejemplos de ello.
  • La Cuaresma es ENCUENTRO, es abrazo de reconciliación como en la parábola del hijo pródigo o en la conversión de Zaqueo o en el diálogo de Jesucristo con la mujer adúltera.
  • La Cuaresma es LUZ, como se pone de evidencia, por ejemplo, en el evangelio del ciego de nacimiento. Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la luz del mundo.
  • La Cuaresma es SALUD, símbolo manifestado en textos como la curación del paralítico o la sanación del criado del centurión.
  • La Cuaresma es AGUA. Es el tránsito de la sed de nuestra insatisfacción al agua viva, el agua de Moisés al pueblo de Israel en el desierto o de Jesús a la mujer samaritana.
  • La Cuaresma es superación victoriosa de las pruebas y dificultades. Es LIBERACIÓN, TRIUNFO. Algunas figuras bíblicas, que sufren graves peligros y vencen en la prueba, son José hijo de Jacob, la casta Susana, Esther, el profeta Jeremías y, sobre todo, Jesús, tentado y transfigurado.
  • La Cuaresma es CRUZ. Signo y presencia permanente durante todo este tiempo. Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentizada con el ejemplo de Jesucristo, y cómo estamos llamados a cargar con ella como condición para el seguimiento del Señor.
  • La Cuaresma es TRANSFIGURACIÓN. Es la luz definitiva del camino cuaresmal, preanunciada y pregustada en la escena de la transfiguración de Jesús. "Por la cruz a la luz".
  • La Cuaresma es el esfuerzo por retirar el fermento viejo e incorporar la LEVADURA NUEVA de la Pascua resucitada y resucitadora, ahora y para siempre. 
Una clave puede ser preguntarnos cada día:
 
¿Qué quieres, Señor, hoy de mí?
¿Cómo puedo servir a los demás?

 

23 marzo 2014

POTAJE DE CUARESMA

  1. Este cocinado se realiza durante 40 días. No se puede pretender, en cuestión de horas, conseguir un guiso exquisito. La paciencia y perseverancia es fundamental.
  2. Hay que poner, a fuego lento, el corazón de cada uno. En primer lugar es necesario limpiar su interior con una buena confesión. Sin este paso previo, lo que volquemos en su interior se puede malograr o coger mal gusto.
  3. A continuación, después de encender el fuego de la oración, hay que procurar que no se apague. Es importante que, al levantarnos por la mañana, demos un calentón, al mediodía un segundo encendido y, por supuesto, el tercero antes de acostarnos.
  4. Una vez que, a fuego lento, vaya suavizándose el corazón con la Palabra de Dios, la Eucaristía u otros ejercicios de piedad, hay que añadir los siguientes elementos: amor, alegría y conversión. 
  5. Cuando los tres ingredientes, amor, alegría y conversión, estén bien mezclados, hay que espolvorear un poquito de ceniza. No siempre las cosas salen como nosotros queremos. Y la ceniza le dará al guiso un cierto sabor de humildad.
  6. Si el amor es grande y abundante, hay que procurar servirlo —no solamente en el plato de uno mismo— sino también en el de los demás. Lo bueno hay que compartirlo con los más necesitados.
  7. Antes que se evapore la alegría, hay que cubrir la cacerola del corazón con la tapa de la misericordia. Cuando uno está contento ha de procurar que su alegría sea duradera y contagiosa. Que no se escape.
  8. Si al servir el plato cuaresmal vemos que, los componentes, no han cogido el sabor que nosotros pretendíamos, no hay que preocuparse. Es cuestión de convertirse. Intentarlo de nuevo. Ser buena persona no es cuestión de proponérselo sino de aventurarse muchas veces.
  9. Es esencial para el cocido cuaresmal la limpieza. Nuestros tenedores (las manos), nuestro fuego (el amor), nuestra cuchara (los labios), nuestra mesa (el alma), han de contar con cierta higiene. No olvidar sazonar el cocido con las verduras de la esperanza, la fe o la caridad.
  10. Dependiendo de los comensales se puede o no añadir sal. Pero, siempre, ha de tener la justa y necesaria. Un poco de humor o de perdón, dará al guiso cuaresmal su punto.
  11. Cuando veamos que el cocido está en ebullición hay que apartarlo un poco. Dejar que repose en la reflexión o en la meditación. Y a continuación servirlo en el plato de la fraternidad.
Finalmente no olvidemos nunca dar las gracias al dueño de la huerta de la que hemos extraído todas las verduras: DIOS.

09 marzo 2014

MENÚ DE CUARESMA

? TENER A MANO:
§  Abrelatas, para abrir el corazón endurecido.
§  Cuchillo, para cortar vicios y pensamientos negativos.
§  Sacacorchos, para destapar lo que esté obstruido o atascado
  en las relaciones familiares.
§  Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones.
§  Delantal, para estar preparados para el servicio.
? ABSTENERSE:
§  Abstenerse de “comer prójimo” (chismes, murmuraciones y calumnias).
§  Quitarle al condimento los desquites, desagravios, venganzas...
§  Evitar consumir altas grasas de egoísmo.
§  No tomar vinagre, que siempre pone de mal humor.
§  Lavar bien el corazón para que no se infecte de ira y mal humor.
§  Evitar el consumo excesivo de picantes, para no "picarse"
  y decir maldiciones o amenazas.
§  Evitar el camarón, porque adormece la conciencia,
  y "camarón que se duerme, se lo lleva la corriente".
§  No tomar postres helados que congelen el afecto y el cariño.
§  Evitar comer el pan de la envidia, el rencor y el resentimiento.
? MENÚ RECOMENDADO:
§  Como plato fuerte: exquisita caridad para con el prójimo.
§  Caldo de atención a los desamparados y enfermos.
§  Ensalada de detalles de afecto para los tuyos.
§  Pan abundante para compartir con el hambriento.
§  Vino de alegría para convidar a los tristes y desanimados.
§  Sopa de letras para escribir con más frecuencia a familiares y amigos.
§  Sopa de zanahoria para ver con buenos ojos a los demás.
? DE POSTRE, SE RECOMIENDA:
§  Perita en dulce, para ser cada día buena persona.
§  Yogurt de fresa y miel... para repetir gestos de perdón.
§  Naranja dulce y limón partido... "dame el abrazo que yo te pido".
  Se trata de abrazar  más a los seres queridos, y darles muestras
  de aprecio verdadero.

Y no olvides en esta Cuaresma:
 
"DONDE COME UNO, COMEN DOS"...
o aquello de... "ÉCHALE MÁS AGUA
A LA SOPITA".
Comparte tu vida con OTRAS PERSONAS.

Y finalmente, el Chef celestial recomienda,
sobre todo, el alimento espiritual:
"EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE,
TENDRÁ VIDA ETERNA

02 marzo 2014

SI YO CAMBIO, CAMBIARÁ EL MUNDO

Las siguientes palabras están inscritas en la tumba de un obispo del s. XII en la cripta de la abadía de Westminster:

"Cuando yo era joven y libre y mi imaginación no conocía límites,
soñaba con cambiar el mundo.
A medida que me fui haciendo mayor y más prudente,
descubrí que el mundo no cambiaría,
de modo que acorté un poco la visión y decidí cambiar solamente mi país.
Pero eso también parecía inamovible.
Al llegar a mi madurez, en un último y desesperado intento,
decidí avenirme a cambiar solamente a mi familia,
a los seres que tenía más próximos, pero ¡ay!,
tampoco ellos quisieron saber nada del asunto.
Y ahora que me encuentro en mi lecho de muerte,
de pronto me doy cuenta:
Sólo con que hubiera empezado por cambiar yo mismo...,
con mi solo ejemplo habría cambiado a mi familia.
Y entonces, movido por la inspiración y el estímulo que ellos me ofrecían,
habría sido capaz de mejorar mi país
y quién sabe si incluso no hubiera podido cambiar el mundo".

Estoy totalmente de acuerdo con estas palabras, con frecuencia nos invade un deseo desesperado de querer cambiar el mundo y todo lo que no nos gusta de nuestro entorno próximo, pero debemos ser realistas, quizá lo más fácil (o lo más difícil), es empezar por uno mismo, intentando ser ejemplo de vida para otros. Es un intento de mejorar nuestra actitud ante los demás, ante la vida... y quizá no cambiemos el mundo, pero lograremos ser más coherentes con lo que sentimos y dar pequeños pasos para que todo a nuestro alrededor se vuelva un poco más amable.

01 marzo 2014

UN ÁRBOL DE FUERTES RAMAS

La Familia del Amor Misericordioso es un árbol de frondosas ramas
mecidas por la ternura y el amor de Dios.
Un árbol del que brota la savia (la fe) que nos mantiene unidos
y con profundas raíces que nos apegan a la tierra
(nuestra realidad y nuestro entorno).
 

Dios nos pide que permanezcamos siempre unidos,
no dejando que ninguna de esas ramas se seque
por falta de atención, comprensión o dedicación.